El camarero dejó el café y el bollo de canela al lado del periódico que estaba leyendo. Sin dudar un momento, ni levantar la vista de los titulares, cogí la taza humeante y me la llevé a la boca. Al momento noté como el líquido me quemaba, y ese dolor molesto y agudo que suele acompañar todo el día, tomó forma en mi boca. Le dije templado!
2 comentarios:
Siempre lo pido templado, me hacen caso la mitad de las veces... Devuélveselo, te mirará con mala cara pero no se olvidará de ti para la próxima
tienes razón, voy a tener que empezar a ganarme enemigos entre el gremio camareta...
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