jueves, 31 de marzo de 2011

Los sueños habitan en la linea de meta

Me gusta ir a las casas rurales. Suelen estar en sitios privilegiados, o bueno, a mi al menos me lo parece. Es como si por arte de magia tuvieras una casa en donde te diera la gana, pues hoy me apetece pasar unos días en A Costa da Morte, pues me voy a pasar el finde al Courel,  y porque la mayoría de las veces, solo al conocer al dueño  ya tienes la sensación de que un colega te está prestando su casa para que disfrutes de unos días. Porque, además, el precio es de risa.
Me gusta alquilar la casa completa, así me llevo comida y cocino, compramos productos de la zona, quesos, chorizos, dulces etc, y hacemos cenitas románticas, de esas con velas, de vestir bien la mesa con su mantel, salvamanteles, bajo plato, copas y servilletas de tela. Brindar a la luz de una chimenea en una casa de más de doscientos años y pensar “ojala la vida fuera esto”.
Una vez, fuimos  a una casa rural en Asturies, una casa tradicional con ripias a la vista, ojos de buey, escaleras exteriores, incluso unas cuantas ovejas correteaban por la finca. Al llegar nos recibió un hombre de unos 45 años, muy guapo,  y con un marcado acento castizo. Venía de un concurso de ganado en el que había sido jurado. Deduje que se trataba de un advenedizo que había sido bien acogido en el pueblo. Sus manos cuidadas, su forma de hablar, el pelo medio largo y ese porte estandarte que tienen los chicos bien de ciudad delataban que no era hijo de ganaderos a pesar de llevar botas de goma y una gabardina vieja. Nos mostró la casa y nos relató brevemente la historia del edificio. Al llegar me chocó ver colgada la mano de Fátima de la puerta y en los vierteaguas de las ventanas figuras de arcilla hechas a mano.

-         Si necesitáis algo, llamarme, si no, el último día me dejáis el dinero y las llaves encima
de la mesa, tiráis de la puerta y no os preocupéis por nada, ya vendré mas tarde.

Una vez se hubo ido, me puse a cotillear en la larga estantería llena de libros que había en la sala de estar. Descubrí un montón de volúmenes sobre economía, estadística, gestión de empresas, administración, comercio…


Ese era un hombre feliz. Un hombre que un día  cambió su vida persiguiendo un sueño y lo consiguió.

3 comentarios:

Maite Bouza dijo...

Que bonito, Esther! Comparto contigo: ojalá la vida fuera eso!

Anónimo dijo...

seguro que tenia un buen aval detras, pero la verdad, se le ve gente honrada, ya ves fiarse ti.... jejejejej, (es broma)

esther dijo...

OH! LO QUE ME DIJO!