sábado, 28 de mayo de 2011

Banalidades


Morning Sun. E. Hopper (1952)

Despierto, me desperezo sentada en la cama mientras la perra con movimientos rápidos y silenciosos me da los buenos días. Los tres primeros pasos que doy hacia el baño van acompañados de los tres primeros golpes de rigor. Uno: contra el baúl, dos: contra la puerta, tres: contra el marco de la puerta después de esquivar al perro que corretea a mi alrededor. Enciendo la luz, me miro al espejo y mi pelo leonino en lugar de darle un aspecto felino a mi cara me trae a la mente uno de esos peinados versallescos, me sonrío y acerco la cara al espejo hasta dejar la nariz a medio milímetro de la superficie reflectante. Me miro como si fuera la primera vez que observo mi cara. Han pasado los años y la sigo viendo igual. A excepción de los enormes lunares que ocupaban mi mejilla derecha y me quitó un cirujano hace años. Mi presupuesto me permitía dos cosas ese verano, irme a Irlanda o sacarme esos manchurrones horrendos. Lo tuve claro.

Voy a la cocina, una manzana? No, mejor sandía que ya está abierta. Un café, un pedazo de pan con mermelada de fresas y un yogur. Lo coloco todo en la bandeja y voy a la sala a tomar tranquilamente mi desayuno mientras veo despuntar los rayos de sol cada vez más hacia el  norte. Qué poco falta para San Juan! Después de esa noche, poco a poco el alba irá retrocediendo hacia el sur, y así hasta la navidad. Me llevo un pedazo de pan a la boca mientras mantengo la vista depositada en esos rayos que aún no ciegan. Hoy va a hacer un buen día y será un buen día.

El perro me mira desde el suelo con ojillos suplicantes. Le doy un trozo de sandía fresca que se lleva a debajo de la mesa, para comerlo tranquilamente. Quizá es algo que conserva de sus antepasados lobos, esconderse para que el resto de la manada no le quite su porción de presa.

Es sábado, ayer me acosté tarde después de ir a un concierto y tomarme unas cervezas en buena compañía. Ahora toca ir al trabajo en medio de bostezos y ojos vidriosos. Solo unas horas más y seré libre.

viernes, 27 de mayo de 2011

Vincere

El ángel Caído. E.Bellver. (1878)
Perdido, hastiado, con el alma vencida y queriendo superarlo. Esa sangrienta batalla interna que nadie fuera comprende, que se libra en tu corazón y te deja destrozado como un despojo, agotado, aunque no te hubieras levantado de la cama. Cansancio confundido injustamente con desidia. Cansado de no hacer nada, no. Cansado de batirte en mil batallas, combatiendo cuerpo a cuerpo con tus demonios. Haciéndolos salir de tu médula a estocadas que das a ciegas hiriéndote de muerte cada vez. Se hace necesaria la luz, pero no quieres plegar el visor de tu yelmo, te da miedo ver la realidad. Pero ahí está, ahí fuera, observándote, ansiosa, amenazante, enseñándote los dientes, dolorosa… Tan dolorosa que necesitas anestesiarte para sobrevivir, sin caer en la cuenta que si la miras sobriamente a lo ojos, si le sostienes la mirada y no la apartas, ganarás. Sintiendo el dolor es como se vence al miedo. Sintiendo las manos largas y húmedas de la locura pasar por tu frente es como se recupera la cordura, porque conociendo el negro se aprecia mejor el blanco. Controla tu vida, aunque duela, toma las riendas y galopa…




… aunque te mate.

Hay olores que...

El olor a lona recalentada de los barcos del puerto deportivo me trae a la mente aquellos veranos bajo los toldos del porche. Cuando machacábamos moras con azúcar y le añadíamos un chorro generoso de vino tinto.


A veces paso al lado de alguien que deja tras de si un aroma que despierta algo especial en mi interior. Los pensamientos y los recuerdos se apelotonan a codazos en mi mente, y si es un recuerdo bonito, lo dejo estar, cierro los ojos lo disfruto esos leves momentos. Ese aroma que me recuerda a alguien importante, y que huelo a veces, en un ascensor, al doblar una esquina, en la calle… ese aroma que me lleva a un tiempo en mi vida en el que todo estaba por descubrir. No quiero ese frasco de perfume en mi mano, no lo quiero en otra persona, me gusta que me sorprenda y me regale esos recuerdos cuando no lo espero.
La Gioconda, L Da Vinci (1506)
Pero hay olores que busco, puedo provocar en mi sentimientos queriendo, cuando estoy triste me gusta abrir un bote de orégano, acercar mi nariz y traer a mi mente los campos amarillos de Vilarrube; arrancar una ramita de tomillo del jardín y recordar las tardes hermosas en el Belelle; estrujar fiuncho entre las manos, y sentirme adolescente otra vez intentando disimular el olor a tabaco. La reina luisa y la ruda me recuerdan a las tardes con mi abuela en su huerto arrancando malas hierbas, las flores de las mimosas que lo inundan todo con su olor me recuerdan a mi madre, por lo mucho que le gustan y lo enferma que la ponen. El olor a leche hervida, a café recién hecho, a champú infantil, me llevan a mi casa.

Hay olores ruines como el asfalto y el cemento recién mojados un día seco de verano, que me traen a la mente un entierro de una muerte prematura que no quiero recordar, y siempre que me llega ese olor rancio digo con asco que huele a cementerio… y nunca lo he querido explicar.

martes, 24 de mayo de 2011

Chaping!


Sentados en la mesa frente a frente con los ojos medio cerrados y la cafetera aún caliente, escupiendo un vapor aromático que invadía toda la sala. Cada hora en punto era el momento de la ventana, sacar nuestras cabezas al aire fresco de la noche y despejarnos mientras fumábamos un cigarro. Comentábamos lo aburrido que era el barroco holandés. Dentro de cada ventanita iluminada de la ciudad se repetía la misma historia: escritorio-estudiante-café. A veces nos aburríamos y le hacíamos señas a algún vecino que nos saludaba con la mano sonriendo para al momento bajar la cabeza sobre los apuntes. Ese calor que no dejaba dormir, ayudaba a mantener el cuerpo despierto, pero la atención quedaba bastante atolondrada. De vez en cuando me lavaba la cara para despejarme. Silencio sepulcral en el que solo se escuchaba el motor de la nevera y algunas voces de la calle. Una caja de galletas y un colacao helado para llenar el estómago.  No lo echo de menos, pero lo recuerdo con muchísimo cariño.

sábado, 21 de mayo de 2011

Saltamontes de verano

El señor de las moscas. Peter Brook, 1963
Aunque los juncos que me llegaban al pecho se me clavaban en las piernas y la espalda, a veces haciéndome sangrar, solía ir a correr por el humedal. Abría los brazos en cruz y echaba a correr gritando. La única finalidad de este estúpido comportamiento era asustar a los miles de saltamontes marrones que se reproducían y alimentaban en el pantano. A medida que avanzaba salían disparados en todas las direcciones, cientos de ellos, sin rumbo, chocando conmigo y entre ellos. Eran de un color marrón muy claro, casi blanco. Me reía de los torpes animalejos que saltaban y a duras penas podían emprender el vuelo. Me encantaba ver como la vida que se escondía entre aquellas varas hostiles salía al exterior.
Era un sitio extraño, misterioso que siempre despertó nuestra curiosidad infantil. Las noches de verano, cuando debajo de la sábana, oía que desde allí, alguna hembra de zorro en celo gritaba recordándome a un bebé humano, y aún sabiendo que esos alaridos desgarradores provenían de un cánido, la noche me envolvía en episodios terroríficos donde mi imaginación volaba hacia un pasado remoto, a ese lugar oscuro y lleno de miedos absurdos que pervive desde nuestros orígenes como ser humano en algún lugar de nuestro cerebro. Eran muchos los misterios, y muchas las diversiones que ofrecía el pantano. Orientado hacia el norte y al abrigo de una montaña, nunca recibía la luz y el calor del sol. Estaba surcado por arroyos sinuosos que cuando bajaba la marea se convertían en caminos profundos y embarrados, entorpecidos por troncos y viejas barcas abandonadas y por los que yo imaginaba, se movían los cocodrilos africanos. A medida que la hora de la bajamar se alejaba, ese suelo embarrado empezaba a cuartearse dibujando profundas heridas.

Un verano decidimos hacer una cabaña en el punto más alejado, aprovechando un pequeño murete de piedras abandonado. Llegar allí era una aventura, ya que por el humedal no había caminos, lo que si habían eran profundas grietas invisibles por las que se podía colar una pierna si no ponías especial atención. La mayor parte de la tierra firme era tierra negra como el carbón, sujeta por los cepellones de los juncos que entre todos formaban pequeñas islas más o menos estables. Quizá la cabaña de aquel verano la montamos allí por la odisea que suponía llegar a ella, o quizá porque así la pandilla rival “los trogloditas” no podría destrozárnosla otro año más. Los trogloditas siempre montaban su centro de reunión en una cueva vegetal. Era una masa de toxo enorme en el que habían excavado una especie de madriguera, era una toba como la de los conejos pero a escala niño de diez años.

Nuestra endeble arquitectura hecha a base de ramas, cortezas de eucalipto y helechos, poco nos duró. En aquellos días, un chico joven decidió acabar con todo colgándose desde uno de aquellos árboles que daban cobijo a nuestra pequeña atalaya.

El lugar que me parecía tan hermoso, misterioso, y lleno de vida, me empezó a parecer oscuro, siniestro y sucio.

Nunca más volví.

jueves, 19 de mayo de 2011

Nulo



Papeleta para el domingo
 
Soy de esa generación. Hijos de la transición. Hijos de la reconversión naval. Hijos de una crisis tras otra. Una generación que estrenó la democratización de la enseñanza superior, crecimos viendo ir a nuestros padres a ejercer  su derecho al voto (y que tanto les costó conseguir) en nuestras escuelas, somos los primeros en todo y los primeros en nada.
Yo no podía concebir que alguien no votara. Había alguna gente que me decía “yo soy apolítico” y lo que realmente escuchaba yo era “soy de derechas, pero no me sale de la punta de la p**a decírtelo porque me vas a quemar”.

Me enervaba todo, salía a la calle a protestar por cualquier cosa, incluso tenía un tablero de contrachapado clavado a un palo para salir a la calle, así solo tenía que pegar con cinta de embalar la cartulina con el lema de la manifa en cuestión. La guerra de Kosovo, la guerra de Irak, la L.O.U., el Nunca Máis, los primeros de mayo, huelgas generales, etc. Si había concentración en Madrid, allá iba, con mi gorro, mis guantes, mi bufanda viendo algún documental en el bus sobre As Encrobas, el estado de Chiapas o que se yo, cualquier cosa era válida para ir calentando la sangre. Un año perdí 6 meses de clase en la facultad por huelgas, manifas y asambleas de media noche… luego tuve que estar todo el verano estudiando lo que no estudie en invierno. De mi ventana compostelana colgaba un cartel en amarillo fluorescente de esos del súper contra la guerra, y en vez de una cortina, usaba una bandera republicana.
Antes tenía contra lo que luchar, tenía un objetivo, sabía que el futuro próspero de Galiza empezaría a tomar forma cuando el viejo y orondo dinosaurio franquista saliera de San Caetano. Con unas cuantas toneladas de chapapote y una película de 15 cortos, conseguimos destronar al varano cojo. Y con una ilusión desmesurada, con gran espectación vimos lo que todos estábamos esperando, no como quisiéramos, pero casi. Pero pronto, el partido que yo votaba y al que hubiera jurado amor eterno me falló. Sobretodo al final, cuando se comportó como aquellos contra los que yo arremetía. Se volvieron serviles con sus compañeros de sillón. Un partido que se dice marxista-leninista que colorea las estrellas rojas de verde. Que convoca oposiciones con unos baremos por y para ellos diez días antes de las elecciones. Que aparta de una patada a quienes los parieron. Que se reunieron con los partidos cristiano-nacionalistas de Cataluña y Euskadi como si no hubiera partidos nacionalistas de izquierdas… Bloque Nacionalista Burgués de Galicia.

Me dicen que los colores están pasados de moda, que los votos tienen que ser interesados. Que no es normal votar por ideología… pero yo soy fiel a mis ideas.

Soy de izquierdas, soy republicana, soy federalista, pacifista, ecologista, y en cierto modo, creo que algunos principios comunistas son la solución a los problemas que estamos sufriendo.

No puedo dejar de ver la realidad que me rodea como un teatrito, quisiera, pero no puedo dejar de pensar en que todo está pensado, cortado, hilvanado y cosido, por los de siempre. Hay mucho en juego. Solo hay que echar la vista atrás y ver como las revoluciones, las guerras, y las relaciones entre países siempre se deterioraron por motivos económicos, por el dinero se vende la gente, los políticos pierden el honor por intereses monetarios.

Nadie me representa. Por el hecho de presentarse. El mundo pide una revolución. Pero ya no hay líderes, ya no hay revolucionarios. Vivimos en un mundo en extremo corruptible, y eso es porque está podre.

lunes, 16 de mayo de 2011

Un mulato, un albino, un mosquito, mi libido

Desodorante que dio nombre a la canción de Nirvana
Una pulsera hecha con micromachines, un agujero en la manga de la chaqueta de lana a la distancia justa para poder meter el dedo pulgar. Mechas violetas sobre el pelo rubio intoxicado de peróxido, pantalones ajustadísimos gastados con papel de lija y agujeros meticulosamente estudiados. Collares de plástico y latón, escotes a tijeretazo limpio porque las camisetas de bandas de rock eran muy masculinas. Tuercas como anillos e hilos de colores cosiendo los cinco agujeros de cada oreja. Zapatillas allstar dibujadas con boli y escritas con sentencias existencialistas de Sartre. Brazaletes comprados en alguna tienda canina y la lista de discos encargados en M-4 en el bolsillo. Los dedos índice y corazón amarillos del tabaco. Esa eterna chinita en el bolsillo, que estuvo ahí durante mucho tiempo porque era un recuerdo, y que alguien se fumó. Una pose de enfado y mirada atravesada que intentaba demostrar suficiencia y marcar las distancias.



Cuando veo una foto de aquella época, una sonrisa flora a mis labios, quizá hubiera sido todo mas fácil si me empeñara en ser normal, pero entonces, yo no sería yo.

domingo, 15 de mayo de 2011

Canciones que te eligen

Beethoven. Warhol
No conozco a nadie que no le guste la música. Una pieza, una canción, una composición cualquiera puede ser el detonante que nos lleve a rememorar un tiempo pasado, un tiempo que creíamos olvidado, como un proceso de hipnosis regresiva; o nos trae a la mente a una persona muy concreta, nos evoca momentos felices o tristes, nos lleva a la catarsis o a la corrupción del alma. La música, como el amor es el lenguaje universal, amansa a las fieras y calma a los niños. Hace unos días una amiga hizo una lista de las canciones que le recuerdan a personas especiales que se fue encontrando por el camino vital. Me pareció una buena idea, ya que soy muy dada a las listas, pero no voy a poner porque son importantes para mi estas canciones o a quien me recuerdan porque eso es algo que prefiero guardar para mi.

Son canciones que no escoges tú, te escogen… puede que no sean las que mas te gusten pero son canciones que, cuando las escuchas provocan algo en tu interior, son ese detonante. Ahí van

1-      No Surprises, Radiohead
2-      She´s like a Rainbow, The Rolling Stones
3-      Always on my mind, Elvis Presley
4-      Flores Raras, Christina Rosenvinge
5-      Pale Blue Eyes, The Velvet Underground
6-      Suite nº 1 en Sol Mayor, Bach
7-      Blower´s Daughter, Damien Rice
8-      Sweet Child of mine, Guns ´n Roses
9-      After Hours, The Velvet Underground
10-  Beyond the Sea, Bobby Darin
11-  Das Wandern, Franz Schubert
12-  La Playa, Los Planetas
13-  San Francisco Nights, The Animals
14-  Hero of the Day, Metallica
15-  Farol, Josele Santiago
16-   Perfect Day, Lou Reed
17-  Love Street, The Doors
18-  Rape Me, Nirvana
19-  Breaking the girl, Red Hot Chili Peppers
20-  Redemption Song, Bob Marley

Pero son tantas que aunque pusiera 100 me quedarían algunas en el bolsillo.

sábado, 14 de mayo de 2011

Ese Vigo que yo veo

Hace cinco años que me vine a vivir a Cangas, pero desde que lo hice trabajo en la ciudad que veo desde mi ventana todos los días mientras desayuno: Vigo.
Mausoleo García Barbón
Vivo con un mestizo viguésmorracense y me sirvió de guía durante los primeros meses que pasé aquí, precisamente en Vigo, en el barrio de Coia. Un día, después de mucho insistir me llevó al cementerio de Pereiró a ver los panteones de los ciudadanos ilustres. Es un cementerio de finales del siglo XIX en el que sobre todos los estilos artísticos prima el tardorromanticismo y el modernismo. Son obras de gran calidad artística, escultórica y arquitectónica. Un paseo por Pereiró, dejando los tabúes atávicos colgados en la verja del cementerio, nos transportará a otra época en la que los hombres llevaban levita y las mujeres faldas con miriñaque.  Si un panteón me impresionó sobre los demás fue el del alcalde y benefactor de la ciudad José García Barbón (muerto en 1909), cargado de simbología masónica. Un enorme obelisco granitico construido sobre una cripta de bóveda de cañón acasetonada en la que hay esculpida una estrella dentro de cada casetón. Y ya no me lío que analizar arquitectura es algo que me pierde. Pero bien es cierto que la ciudad de los muertos se encuentra en mejor estado de conservación que la de los vivos.

Luego vino el paseo por el ensanche del XIX, la zona comprendida entre la calle Venezuela y el puerto. Enormes fachadas de granito, de cinco o seis alturas compitiendo entre ellas en belleza. Embozadas en un modernismo de cantería al que yo no estaba acostumbrada (en Ferrolterra la decoración modernista se reserva a las casas de indianos y está elaborada a base de moldes de cemento). Delicados motivos geométricos enmarcando las puertas de acceso, rejerías vegetales en los balcones... pero desgraciadamente, la mayoría de estos edificios estaban arruinados, envueltos en verdes mallas protectoras, como si aquellos que los habitaron hacía cien años y ahora habitaban Pereiró, fueran los ultimos en asomarse a sus balcones. Un Vigo decrépito y arruinado que me indignó profundamente. Afortunadamente, estos últimos años se han ido rehabilitando un gran número de inmuebles del ensanche, pero la asignatura pendiente, y yo creo que mas nos preocupa a todos, es el Casco Vello. Las edificaciones construidas por la gente del mar, las calles torcidas y orgánicas que conforman la zona de Pobladores, Elduayen, Placer, El Berbés, etc, esperan durmiendo que un presupuesto caído del ministerio los saque de la decadencia.

Pero arquitecturas a un lado, el Vigo que me enamora, es el Vigo a trocitos. Sos trocitos que configuran un Vigo con historia, un Vigo conformado sobretodo por gente. Ese Vigo que sobrevivió a estos últimos 20 años y sigue ahí.

El Vigo de la mañana, cuando en Samaniego me regalan un pastel con el café para llevar porque estoy muy flaca, y donde cuidadosamente me envuelven el vaso en papel para que no me queme; la panadería Tahona que cuando me ven por la puerta ya sacan una barra y media de la cesta del pan, el Orly en la Falperra, donde Clara y Raúl me ponían un buen pedazo de leche frita con el café... 

Bar Puerto
El Vigo del mediodía, sus olores a cocina, el charloteo de las mesas sale a la calle, restaurantes como el Bar Puerto,  una tasca de toda la vida de cuya puerta sale olor a marisco y donde compartes mesa con desconocidos; el Berbés que huele a cocido, con sus mesas y sillas de colegio antiguo vestidas con manteles rojos y blancos de cuadros vichy bajo los soportales; la plaza de La Piedra con las pulpeiras-ostreiras; los turistas con grandes fuentes de percebes, centollas, navajas, y empachados de Albariño; la estrechísima calle Manuel Nuñez, empinada como todas, y más, con sus tascas de menús por 6 euros en las que comes de puchero y siempre hay alguien para dar conversación.

El Vigo de la tarde, a la hora de salir del trabajo, terrazas  para tomar una cerveza sobran, sobretodo en la zona entre la plaza de Compostela y la plaza de la Constitución donde nos encanta sentarnos y ver como la sombra avanza hacia nosotros, cuando llega es la hora de partir.

El Vigo nocturno, el Uf con sus lámparas de vidrio soplado, sus libros, sus juegos; el Mais palá, la calle Churruca...

Bueno, que esta mañana hemos sacado el tema de si Vigo mola o no, y esto es lo que pienso yo de Vigo... otro día hablaré de lo que pienso de la veintena de indigentes que mueren de frío cada invierno por la falta de un albergue, las prostitutas de la zona portuaria, el urbanismo inhumano, los rellenos en la ría, la masificación en las playas, la prepotencia del vigués que visita el morrazo todos los veranos, etc.

Animalitos & Artistas

Gary Cooper castigando a sus perros

Hitchcock y su perra Sarah

Bob Hope con sus perros

Los perros de Jayne Mansfield intentando que deje de desafinar

John Cassavetes

Jose Feliciano con su lazarillo

Klaus Kinski y un cachorrito (prohibido hacer comentarios a cerca de nuestro parecido físico Sr. Bazarra)

Laurence Olivier y su siamés

Marianne Faithfull


No se porqué no me extraña nada que Dalí sacara a pasear un oso hormiguero

La Loren y una camada de bracos

Zsa Zsa y su caniche rosa... dios!
Alain Delon protegiendo del frío a su cachorro

Bette Davis y su perra Tinkerbelle

Billie Holliday y su boxer Mister

Catherine Deneuve y su cachorro pinscher



Rita Hayworth y su cocker

Liz lavando al perro

Fefe y un burro, no me esperaba menos del maestro
Norman Rockwell, uno de mis ilustradores favoritos

Gil de Biedma con sus perros.


Patricia Highsmith y su gata.

Truman Capote y su gato

Joan Baez


Joan Crawford y su Teckel

Samuel Becket observando lo bien que se llevan su perro y su gato
Hemingway con su gato...


Sinatra y su perro Ringo


lunes, 9 de mayo de 2011

Por fuera y por dentro

Norman Rockwell. Girl at mirror (1954)
Pensar en pasar de los 30 siempre me producía una especie de vértigo, y no por cumplir años, porque para que nos vamos a engañar, siempre vas a ser mayor de lo que eres hoy, así que disfruta de lo joven que eres porque nunca lo serás tanto como lo eres ahora. Siempre me molestó cumplir años por una única razón, porque mis abuelos también se hacen mayores. Pero bueno, agonías personales aparte y a lo que íbamos, cuando cumplí 30 años, mi cabeza hizo una de esas cosas que hace a veces sin que nadie se lo mande, pero que consigue que mi perspectiva de la vida sea mucho mejor. Hizo que me viera, por primera vez en mi vida, guapa. Como de la noche al día, todos los defectos que decidían que ropa tenía que comprarme, como me tenía que peinar o sentarme y un montón de estupideces que me amargaban desaparecieron. No se si es algo hormonal, o se debe a la madurez de cada una, pero conozco mas chicas que salieron del caparazón al llegar a la treintena.  Quizá se deba a que pasas más de todo, pero de verdad que a mi, el mismo día que soplé las velas se me puso un velo en los ojos y, no es que me vea estupenda, pero ya no me veo fea ni me agobio cuando por la calle me miro en un escaparate.

Aceptarse a uno mismo cuesta horrores, siempre es más fácil ser condescendiente con los demás. Nunca me costó perdonar, pero a mi no me paso una, y me torturo, y le doy vueltas y mas vueltas a mis meteduras de pata hasta que alguien, casi siempre quien tengo mas cerca, me pega un grito y me dice “Basta ya!”. Nunca dejará de sorprenderme su capacidad para quererme y aceptarme.

Las mujeres somos, a mi parecer, muy críticas con nosotras mismas, a veces parece que tenemos que superar un examen cada día. Repasar mentalmente las virtudes y defectos de una misma es un ejercicio muy útil, porque analizar lo que creemos que falla en nosotras punto por punto e intentar mejorar nos ayuda. Y realmente estamos mejorando?

Muchas veces caemos en el error de pensar que la perspectiva que tenemos de nosotras mismas está distorsionada, y entonces nos preguntamos por el punto de vista de los demás. Cuando sufrimos un revés o un desengaño con alguien, (pero sobretodo con un novio) casi siempre creemos que es culpa nuestra. Entonces es cuando nos cuestionamos cosas como “hablo demasiado?”,  “digo muchas estupideces?”, “no tengo una conversación inteligente” o cosas por el estilo. Con ese tipo de cuestiones que nos hacemos a nosotras mismas lo único que conseguimos es taladrarnos la autoestima. La autocrítica destructiva hace que busquemos la aprobación de los demás, y a veces, si no la conseguimos empiezan los agobios.  Un  novio, un trabajo, estar perfecta, demostrar lo que vales, ya no a los demás, sino a ti misma es un examen diario. Intentar escapar de ese tipo de mujer que no quieres ser y que te pisa los talones; poner tierra por medio y perderla en el horizonte cuesta, y mucho. Porque lo fácil sería dejarse ir.

sábado, 7 de mayo de 2011

(Von Stuck, Schwabe, Draper, Huguet, Odilon, Chavannes... Ellos lo vieron. Y que viva el simbolismo)

H J Draper. Ulises y las sirenas (1909)
Ese último verano se había salido todo de madre, los demonios ya no se quedaban debajo de las camas, ¡osaban a salir y aconsejar a los amantes infieles con sus grandes cuernos rozando los techos de las habitaciones! Su piel curtida y roja, sus patas caprinas, su larga cola moviéndose con vida propia tirando un jarrón aquí, una peana allá, provocaban pánico entre quienes presenciaban esa bizarra aparición. El mundo se había vuelto loco. Las madres tenían que explicarles a los niños que eran aquellos ojos brillantes que los vigilaban por las noches desde la puerta entornada del armario.
Muchos marineros acababan siendo devorados por un kakren o en el estómago de cualquier ballena azul, cuando no estaban siendo hipnotizados por los cantos de manadas de sirenas. Faenar se había hecho misión imposible.
Los dragones ya no temían a San Jorge, que se había declarado en huelga, y sobrevolaban los cielos escupiendo bolas de fuego.
Las ménades y los faunos se habían habituado a las tabernas, un verdadero ejemplo de integración. Pequeños cupidos disparaban flechas a discreción provocando dramas en la vida de los mortales.

Dante y Virgilio.W A. Bouguereau (1850)
Fauno y sirena. Von Stuck
H J Draper. El lamento por Ícaro (1900)
Pero poco a poco las cosas volvieron a su sitio y las criaturas fueron desaparaciendo gradualmente. En cosa de un mes todo volvió a ser como antes. Que fue lo que pasó? como fue posible? Unos decían que todo se debió a que la puerta de atrás quedó abierta en un descuido, otros opinaban que todo había sido un mal sueño.

viernes, 6 de mayo de 2011

A última hora




Los cigarros fueron consumiendo la tarde
las risas y las bromas se fueron apagando
el mar cada vez más lejano y mudo
el aire se hizo gélido, y nos tapamos
el sol alargó nuestras sombras hacia el infinito
el viento se llevó tu baraja… carta a carta hacia el mar

miércoles, 4 de mayo de 2011

Apeirofobia

"En Júpiter hay una gran tormenta desde hace algo más de 300 años. En Io, uno de los satélites de Júpiter hay volcanes que llegan a emitir materiales a mas de 300 kilómetros de altura. La Vía Láctea contiene más de 100.000 millones de estrellas, y su diámetro es de más de 100.000 años luz. La distancia que recorre la luz en un año y equivale a unos 9.500.000.000.000 kilómetros.  La estrella más grande del Universo conocido se llama VY Canis Majoris. Con su volumen colosal, de unas 1800 a 2100 veces superior al de nuestro Sol. Nuestro planeta es una mota insignificante que gira en torno a una estrella ordinaria, en un apartado brazo espiral de la galaxia Vía Láctea que es un conjunto ordinario de algunos cientos de miles de millones de estrellas en media de, al menos otros cien mil millones de galaxias. El universo tiene unos 12000 años de edad. La tierra orbita alrededor del sol a 108000 Km/h. Se estima que existen unos 14.000.000.000 de estrellas semejantes al Sol, en nuestra galaxia. Una cucharada de la materia que forma ciertas estrellas (las estrellas enanas) pesaría en la Tierra más de una tonelada."

A quién coño le importa el Madrid-Barsa?  

martes, 3 de mayo de 2011

Las primeras cenas

Como cada jueves, solíamos reunirnos para cenar, íbamos rotándonos y esta noche le tocaba a  Pedro y Clara ser los anfitriones. Su apartamento era una lujosa antigüedad decadente, las cortinas de damasco y terciopelo, las alfombras de seda, los sofás de diseño nórdico de los setenta, las lámparas alemanas de acero racionalista años cincuenta, eran algunos testimonios de la abundancia que siempre había acompañado a la familia de Clara. El suelo de la cocina conservaba todavía la baldosa hidráulica que seguramente mandó colocar el arquitecto que diseñó el edificio allá por los años 20 y el resto de la casa estaba entarimado con un precioso parquet de marquetería de colores. Muchos apartamentos de la ciudad en los que había estado desprendían ese aire nostálgico, esa acogedora añoranza, esos colores verdes y tostados que hacen otoño, que te abrazan y te envuelven y te transportan a los años en los que los teléfonos hacían “riiiing”.

El comedor estaba suavemente iluminado por la luz de las velas que portaban los candelabros de bohemia y las pequeñas lámparas colocadas tras las cortinas. Varias botellas de Vega Sicilia fueron vaciándose a lo largo de la cena y copa tras copa el volumen de nuestras voces fue in cescendo. Las carcajadas de Pedro silenciaban las notas que salían de los altavoces del tocadiscos. Intenté concentrarme en lo que estaba sonando pero fui incapaz de oír nada. Después de una cena estupenda a base de pastel de marisco y pierna de cordero rellena nos fuimos al salón. Pedro abrió el mueble-bar, una hermosa reliquia con el frente de taracea en ébano y marfil, y colocó los vasos y el hielo en la pequeña mesa que, cerca de la ventana, hacía las veces de portamacetas.

Me recosté en un futón que había al lado de la chimenea con un vaso de whisky con hielo en la mano. Maggie, la gata de la casa, se subió en mi regazo, reclamando su cama sobre la que me había recostado, pero tras unas caricias empezaron los ronroneos y decidió que por esta noche, la compartiría conmigo. Miré a mi alrededor, Pedro y Jorge sentados en las butacas discutían sobre cualquier tontería mientras fumaban un porro, María y Clara cada una con su copa, bailaban descalzas sobre la mesa de centro, Nino apoyado en la puerta del balcón estaba como alelado mirando las gotas de lluvia resbalar por los cristales…

Cerré los ojos y disfruté del momento…

lunes, 2 de mayo de 2011

Crawling king snake

G. Klimt. Serpientes de agua
…las escamas se soltaron de nuestra piel y perdimos el brillo, ese con el que relucíamos en los portales de piedra…

…cuando filosofábamos más de la cuenta llegaba la catarsis, entonces nos creíamos importantes y diferentes a los demás, superiores…

… nadie entendería nunca porque lo hicimos, por eso lo dejamos estar, como si nunca hubiera pasado, enterrado en nuestra consciencia, entre lo atávico y lo inconsciente…

… a quién de nosotros le toco el dardo envenenado? emponzoñado con el vómito tóxico atravesó mis entrañas …

… y creó un revulsivo, y ahora lo sé TODO, tengo el antídoto y no se lo doy a nadie…