lunes, 26 de diciembre de 2011

No puedo matarlo


Hombre desesperado (Autorretrato) Gustave Courbet (1845)
Puse a secar mi corazón al sol ensartado en un aspa de cañas,
el viento del mar poco a poco curtió el pericardio,
ajando tira a tira la fibra muscular, quebrándola,
pero todo fue inútil, porque seguía latiendo.

Entonces colgado de un gancho de hierro lo ahumé,
y sobre el humo de un laurel he ido tiznándolo,
deshidratando con el fuego la sangre, despojándolo de vida
pero todo fue inútil, porque seguía latiendo.

A golpe de pala lo he enterrado bajo una montaña de sal,
intentando curar el magro cardiaco, apergaminándolo,
inyectando la pócima salina en las arterias
pero todo fue inútil, porque seguía latiendo.

Con un cuchillo de cobre he raspado las venas y los nervios que recubren sus paredes, 
lo he restregado contra las rocas de la playa.
He quemado su grasa con un hierro al rojo y lo he sumergido en orina,para que se pudra. 
Pero el muy jodido sigue latiendo.



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