sábado, 29 de octubre de 2011

Physis

Mariposa Esfinge Colibrí, Pirineos 2011 (Mariví Carro)
Me enamoraste haciendo volar la concha de un reloj. Me asombró esa parábola perfecta dibujada por el bivalvo planeador. Me impresionaste haciendo rebotar las piedras planas sobre la superficie del mar. Me maravilló el dibujo helicoidal creado por las semillas del arce que dejabas caer al suelo. Jugabas con el pueril sentido de la sorpresa que todavía conservo.

Los retazos de infancia que perviven en las personas adultas, son un valioso tesoro, la convivencia pacífica con la naturaleza y la educación que ella nos proporciona desde niños nunca debemos reprimirla, lo importante es alimentarla y disfrutarla.

Este último año en el blog, he hablado mucho de mi niñez, de esa convivencia con la naturaleza que he tenido la suerte de disfrutar. Quizá me repito mucho, pero las diminutas y valiosas vidas que nos rodean y a las que no se les presta demasiada atención, son una representación a pequeña escala de, por lo menos, mi vida. Sus miserias y sus triunfos los hago míos.
Fui una niña solitaria, disfrutaba levantando piedras y descubriendo quién vivía allí debajo, hundiendo las manos en el fango y notando como las lombrices se escapaban entre mis dedos, arrancando carapa de pino para ver los minúsculos arácnidos esconderse, haciendo bolas con las cochinillas… He probado hojas de innumerables plantas y, a veces, Carlos me mira con cara de asco cuando me llevo a la boca algún tallo e insisto a cerca de su sabor dulce. Siempre me advirtieron en casa sobre el teixo, las digitalis, la cicuta y que lo rojo mata. Abrir bellotas y acumular rechonchos gusanos blancos era una distracción más. Me siento muy privilegiada y agradecida de la felicísima infancia que tuve, y ahora, ya hecha una mujer, se que lo bueno que puedo tener como persona se lo debo a aquella época y que mi personalidad sería muy diferente a como es si no hubiera crecido en mi casa con mi familia. Quizá se me hizo duro enfrentarme a la vida adulta, porque yo si puedo decir que viví en Shangrilá.
Tengo en mi memoria la imagen de mi padre, con un pollo de gorrión caído del nido en el puño, durante días, dándole calor y sacarlo adelante. También recuerdo sus reprimendas por llevar murciélagos somnolientos a casa, me obligaba a meterlos en una caja de zapatos y dejarlos tranquilos hasta que, a la noche, los podía soltar.
Mis padres… Por qué me gusta ir con ellos al monte? Por qué amo pasear en su compañía? Porque nada cambió. Porque siguen sorprendiéndose con la vida, y me la muestran, y yo, a mis 32 añazos, aprendo. Porque se maravillan con la obra de arte tejida por una araña como si fuera el rosetón románico de una catedral, porque siguen regalándome arándanos, escaramujos, grosellas, fresas, perucos y abruños como si aún tuviera seis años... porque algún día quiero saber tanto de mariposas como mi madre o encontrarme con un lobo de frente y contarlo… quiero hacer como ella y saber donde buscar, husmear entre la hierba como quien rebusca piojos en la cabeza de un niño y descubrir una diminuta y única orquídea luchando por salir a la luz… entonces te la muestra como quien halla un tesoro, se tira al suelo como una mocosa, enfoca el enorme objetivo de su cámara y dispara.
Dispara a las flores, a las mariposas, a las arañas, a los gusanos, a las aves… y para ella todos son hermosos, el quebrantahuesos es hermoso! el buitre es hermoso! Todos y cada uno de esos pequeños seres están dotados de su diminuta bichonalidad. Pero no solo ella les da valor, su álbum es aplaudido por entomólogos, biólogos y, por supuesto, fotógrafos. Pero yo sé, que a lo que mi madre da valor es a haber disfrutado cazando ese momento, se que se siente privilegiada al acercarse a unos metros de una musaraña sin ser vista e inmortalizarla bostezando, acosar como una paparazzi a las marmotas rollizas hasta que las enfada, y la verdad es que hace gracia verlas cambiar el gesto…

Yo si puedo decir que de mayor quiero ser como mis padres, porque de pequeña ya lo era.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Deus!!!!! Estou sen palabras!!!!
Non hai unha nai máis orgullosa ca eu, e hoxe, casi nin podo respirar do enchida que estou.
Só dicir que é mútuo o disfrute da compañía.Tódolos temas que tocamos nas múltiples e distintas conversas que temos ao longo das pateadas ou na sala de estar, me deixa un enriquecemento, que nunca se me ocurriu comentarche.
Espero seguir disfrutando de tódalas nosas cousiñas e das nosas conversas.
Un bico, preciosa.
Marivi.

Anónimo dijo...

o mesmo digo mami! e non entendo á xente que tendo os pais a escasos kilómetros tardan semanas en facerlles unha visita... ogallá estivéramos máis cerquiña. Xa sei que ti pensas que estar cerca fisicamente non é o importante, pero para min si que o é e daría calquera cousa por poder sair do traballo un día calquera a mediodía e ir comer a casa de meus pais para voltar ó traballo á tarde, ou sair da praia en verán e ir cenar con vos ou sentarnos nunha terraciña a disfrutar dunha cervexa... esas cousas as voto taaaaanto de menos... Mua!

Anónimo dijo...

boto de menos, perdón pola falta!

Anónimo dijo...

Sodes preciosas as dúas, meus amores... un bico grande para as dúas...
p.s. 1... Estherciña, tes unha mamá que non a mereces (coma a miña, ollo!)
p.s.2: Mariví, por moito que insistas e moitas fotos que lles fagas, as bolboretas son uns bichos horrendos, de pelicula de terror...pero cando vexo unha macaón, eres o primeiro que se me ven á cabeciña!
saúde, preciosas!

Anónimo dijo...

Gracias Lali! A min ca macaòn pÄsame o mesminho!!sempre me ven Marivî å cabeza... a minha debilidade e a macaÔn cando ê un verme!!

Miss Amanda Jones dijo...

A túa nai é como o meu pai.
E eu tamén aprendín (e aprendo) taaaaanto del...