martes, 26 de abril de 2011

Oídos sordos



El camarero dejó el café y el bollo de canela al lado del periódico que estaba leyendo. Sin dudar un momento, ni levantar la vista de los titulares, cogí la taza humeante y me la llevé a la boca. Al momento noté como el líquido me quemaba, y ese dolor molesto y agudo que suele acompañar todo el día, tomó forma en mi boca. Le dije templado!

2 comentarios:

Dami dijo...

Siempre lo pido templado, me hacen caso la mitad de las veces... Devuélveselo, te mirará con mala cara pero no se olvidará de ti para la próxima

Esther dijo...

tienes razón, voy a tener que empezar a ganarme enemigos entre el gremio camareta...