viernes, 11 de noviembre de 2011

Alegoría del Bazar Chino

Recuerdo cuando los famosos “todo a cien” tuvieron que compartir nicho con los ahora tan populares “chinos”. Las tiendas asiáticas comenzaron a instalarse en Santiago allá por el año 2003. Recuerdo mi primera visita a uno de estos establecimientos, fue para comprar una llave allen para mi bicicleta y un manojo de pulpos de goma para poder llevar cosas en el portabultos sin necesidad de colgarle las alforjas. Al llegar a casa, me dispuse a ajustar los frenos, introduje la llave en la muesca del tornillo y a la primera vuelta, la cabeza hexagonal de la herramienta quedó totalmente mellada y el tornillo no había girado ni medio grado. Estaba fabricada con una aleación de plástico con plástico, supuse.
Aquel día quería ir a estudiar a la piscina, porque en Santiago en junio hace mucho calor. Con los apuntes de Historia de la Música enrollados en la toalla de playa  y colocados en el portabultos, comencé a amarrar el bulto con uno de los pulpos que acababa de comprar. En un extremo del portabultos enganché el artilugio, tiré fuerte para tensarlo y cuando llevaba una vuelta de ceñido, el gancho se soltó de la goma y como se de un tirachinas se tratara, salió disparado hacia mi cara, rebotando en una de mis cejas. Aquel día decidí no volver a comprar en un chino.
Pero volví, volví a comprar cosas absurdas que no me duraban mas que cinco minutos. Una vez compré una alfombrilla para el ratón con esponja para el túnel carpiano, y, además de provocarme una irritación, la oficina entera estaba mareada por el olor a chapapote que desprendía. Lápices sin mina, rodillos de pintor que dejan pelusas en la pared, medias para gigantas, pintauñas que no salen ni con aguarrás… Pero la compra estrella, sin duda fue un cuchillo que compramos en Lisboa hace unos años. Después de pasar todo el día haciendo turismo, decidimos salir a cenar fuera, pero paramos en un super a comprar algo de fruta para tener en la habitación por si nos venía el hambre. No teníamos con que cortarla así que paramos en un chino a comprar un cuchillo. Ese cuchillo no es un cuchillo, siempre he tenido la firme creencia que es otra cosa, algo que parece un cuchillo pero que no lo es ni de lejos. Con el no se puede ni cortar la mantequilla, eso si, los dedos los corta perfectamente.

Visto en un bazar chino
Los establecimientos chinos comercializan mercancías que tienen “forma de” pero que no son para nada lo que parecen ser. Con todo esto, lo que quiero decir, es que los chinos son el escenario donde un profesor de filosofía debería llevar a sus alumnos a ilustrar la alegoría de la caverna de Platón. Si el señor Platón viviera en el siglo XXI nunca hubiera utilizado la historia de la caverna y las sombras proyectadas en la pared para explicar su teoría del conocimiento, utilizaría las estanterías de estos bazares. Los productos que venden los chinos son un simple reflejo o sombra de lo que deberían ser. Supongo que, a la hora de fabricar los objetos, lo que hace el fabricante chino, es reproducirlo a partir de una fotografía (sombra proyectada en la caverna de Platón). El chino, desconoce el material en el que está elaborado el objeto, la escala, e incluso, podría jurar que, haciendo caso a los rótulos e inscripciones de los envoltorios, desconocen su utilidad. El chino representa al prisionero platónico que se encontraba sentado y encadenado en la caverna, solo que, en lugar de estar en la caverna, estaba en un país comunista y cerrado a cualquier influencia occidental. Según parece, siguen sumidos en el mundo sensible y no tienen demasiadas ganas de ascender a ver el sol

4 comentarios:

Miss Amanda Jones dijo...

Sólo alguien como tú podría establecer un paralelismo entre los todo a cien chinos y el mito de la caverna... y encima teniendo la razón. Eres mi ídolo!!!

Miss Amanda Jones dijo...

Por otra parte y en cuanto a tu último párrafo, me gustaría puntualizar que a veces de los objetos no sólo desconocen la utilidad y los materiales sino a veces hasta el nombre, no hay más que ver los envoltorios de algunas cosas!!! XD

Anónimo dijo...

gran verdad!!
Esther

Anónimo dijo...

los chinos venden ideas, no objetos en si mismos con una utilidad o un fin. Alli estan representadas todas las ideas de los objetos que nos rodean, e incluso de alguno que no conociamos su existencia, pero no son mas que eso, ideas; los puedes coger, ver, e incluso comprar para experimentar tenerlo entre las manos e imaginarte como podrias utilizarlo.Luego, si la experiencia te agradó y quieres que se repita, tienes que ir a una tienda de verdad a comprarlo ya como utensilio fabricado por y para una finalidad, no como una plasmacion ideal de lo que es. No se si me explico, pero creo que los chinos tienen la funcion de enseñarnos como son los objetos que nos rodean, y nada mas