jueves, 24 de noviembre de 2011

Mi pesadilla

El sueño de la razón produce monstruos, Goya (1799)
Desde niña tengo este sueño recurrente, esta noche lo he vuelto a sufrir:


"Me quedé observando los dos sepulcros que en otro tiempo fueron del blanco impoluto de la cal. Ahora se encontraban sumergidos en un mar de hiedra verde y musgo. El terreno estaba encharcado unos centímetros y tenía la sensación de estar pisando una esponja húmeda. Tenía los pies mojados y fríos. En esa zona del jardín nunca daba el sol y el ambiente era desolador. A lo lejos oí ladrar al perro. Era un ladrido de alerta que me sugería que era hora de partir. Me abrí paso entre la maleza. Las zarzas me aferraban como para advertirme  que no abandonara un lugar seguro. 
Salí al apeadero del ferrocarril. El edificio abandonado de la estación,  de estilo rural alemán de los años 40 que tanto proliferó en la España franquista, mostraba sus ripias al aire, sus viguetas decoradas bajo el alero y sus guardapolvos sobre las ventanas, semejaba un fantasma de otro tiempo. El desvío que había frente a la arquitectura se encontraba cubierto por un zarcillo de pasiflora, que favorecido por el abandono, había hecho suyo el camino de hierro. Eché a correr por la plataforma de balasto, pero las piedras caían rodando montículo abajo y mis tobillos se torcían una y otra vez, por lo que me coloqué entre las vías y, utilizando las traviesas de roble y como un camino de baldosas amarillas avancé por el hacia el túnel. 

Mi pueblo está atravesado subterráneamente por un túnel de unos 300 metros de largo. Es un lugar al que acudíamos de niños a jugar por el hecho de tenerlo prohibido, ya que no era un lugar ni mucho menos amable. La plataforma de la vía se reducía considerablemente hasta guardar el ancho justo de un ferrocarril. A lo largo de los húmedos muros del túnel había una serie de nichos para resguardarse en caso de que el tren sorprendiera a uno cruzando el subterráneo. 



A las puertas del túnel, bajo el arco del que arrancaba la bóveda, intenté afinar la vista para  distinguir la salida. Allí estaba, una réplica minúscula del arco bajo el que me encontraba. Miré hacia arriba, las dovelas me semejaron unos grandes incisivos a punto de morderme. Siempre me pareció un lugar siniestro. El ladrido del perro se aproximaba, cada vez estaba más cerca. Eché a correr hacia las entrañas de mi pueblo. Los muros empapados de agua reflejaban la luz que procedía del final del túnel y el olor a alquitrán mojado de las traviesas inundó mis pulmones. Goterones golpearon mi cabeza hasta empaparme el pelo. Con la vista fijada al final del túnel, como una meta, como una salvación, pude oír el ladrido del perro magnificado por el eco. Miré hacia atrás de soslayo y vi dos figuras  junto a un enorme can. Corrían como yo, pero les llevaba ventaja. Apuré el paso y salí a la luz. Estaba completamente empapada. 

Me adentré en el bosque de castaños, caí rodando, me levanté y pendiente abajo, me aproximé al mar. El pequeño acantilado en el que moría el bosque iba derrumbándose invierno tras invierno sobre la playa. La marea estaba alta, por lo que iba a tener que nadar un poco hasta llegar a las rocas que me servirían de escondite. Me arrastré terraplén abajo, resbalando por el barro, hasta llegar al agua. Me eché a nadar y las olas me golpearon suavemente contra las rocas. Intenté sujetarme a una de ellas, pero cuando la tenía agarrada, el mar con su fuerza me apartaba de ella. Repetí la operación unas cuantas veces, hasta que al final llegó la ola fuerte y me aupó sobre la piedra que intentaba alcanzar. Tragué mucha agua, y la naúsea no tardó en convertirse en vómito. Tirada sobre la roca vomité, miré mis manos y sangraban, estaban deshechas pero no las sentía. Las metí bajo mis axilas para hacerlas entrar en calor y protegerlas. Estaba temblando y mi cuerpo no me abedecía. Allí sentada oí al perro delator. Miré hacia arriba, y allí vi las dos figuras oscuras como la noche, sin cara, sin manos, sin pies. Dos manchas que me observaban, clavándome sus ojos inexistentes. Me levanté, les di la espalda y con un impulso de superviviencia avancé sobre las rocas, saltando de una a otra hasta perderlos de vista."

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Mezcla de relatos de Edgar Allan Poe e túnel de Franza???????
MVCC

Anónimo dijo...

¿É unha mestura de recordos de relatos de Edgar Allan Poe e túnel de Franza?????
MVCC

Anónimo dijo...

Hala, dous comentarios a falta de un. Ao principio parecia que non o quería poñer e despois........
MVCC

pinkmist dijo...

e un soño de verdade!!! pero algo terá que ver o señor Poe, jeje