Vienes con el corazón cimentado en ruinas, pero rehabiliatado.
No con una de esas espantosas restauraciones de vidrio y acero, sino con una de carne y sangre.
Y con esa bomba parcheada te lanzas a buscar otro corazón para que bombee tu sangre,
que sirva de marcapasos, que corrija esas arritmias monstruosas que te asustan tanto.
Podrías haber volado más alto, pero eso no te permitiría ver el suelo.
De que vale perder la perspectiva?
Ser consciente de todas las cosas que te rodean pero no tener el menor control sobre ellas.
Buscas en todos los rincones, sumerges tus manos en el lodo y empujas hacia abajo,
hasta llegar a la superficie dura y llena de grava.
Te quedas ahí, notando como las lombrices se enroscan en tus dedos muy suavemente, pero no encuentras nada.
Eras un dios, un titán, un angel,
ahora eres como la Criatura, erigido a base de despojos que las alimañas han dejado,
te lo has buscado con cada puñalada.
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