miércoles, 22 de junio de 2011

Mi mundo

Siempre he disfrutado de la soledad, no soy una persona que se aburra fácilmente, forzosamente he aprendido a estar sola conmigo misma. Quizá mi mundo interior sea un hermoso y extenso país, lleno de cosas por descubrir, o quizá sea todo lo contrario, y se trate de una diminuta república bananera, pero el caso es que nunca me canso de mirar hacia dentro. Veo cosas que me gustan, cosas que se han ido construyendo a lo largo de mi vida, mis padres me han hecho vivir la infancia más feliz que se pueda tener, siempre he sido una niña muy alegre y muy fantasiosa. Mas tarde mis amigos me han regalado una adolescencia llena de éxitos y buenas experiencias, en la que no recuerdo que fuera “una edad difícil”, y ya en mi llegada a la edad adulta, mi amor, con el que comparto mi vida desde que tenía apenas 20 años me ha proporcionado la seguridad y la estabilidad que todos buscamos.

Pero también las malas experiencias dejan huella. En ese mundo interior también hay delincuencia, frío, hambre… A veces, ese mundo crece, y crece tanto que empieza a salir hacia fuera, a invadir el exterior, como cuando cae un jarrón y el agua resbala por el suelo mojándolo todo, encharcando un perímetro en torno a mí. En ese momento es cuando empiezo a perder la perspectiva y me cuesta un esfuerzo titánico mantener una postura recta. Los livianos pensamientos que pasan como una ligera brisa de verano por mi mente, empiezan a tener peso, a soplar con fuerza y a venir acompañados de arena y polvo.

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