lunes, 10 de enero de 2011

Muchosidades

Festival de Woodstock 1969
Odio las aglomeraciones y conglomerados humanoides en todas sus variantes. Cuando voy a un concierto, que no es muy frecuente, intento no mirar atrás. Me tiemblan las piernas al recordar algún que otro recital de esos con 40000 almas agitándose fuera de sí. Prefiero los teatros con sus salidas de emergencia o los públicos reducidos. Cuando bajábamos ni mas ni menos que un millón de estudiantes según la organización, 500 según el gobierno,  paseo Pintor Rosales abajo, camino de la madrileña plaza de España a grito de "LOU no", esta menda bajaba por el parque del oeste... por no decir que siempre preferí protestar en la cola de la procesión. No negaré que fui a discotecas, pubs y demás antros abarrotados cuando era adolescente, pero me pasaba mas rato en la calle, confraternizando con los ajumaos que aguantando empujones y sufriendo la falta de oxígeno dentro. Por no hablar de los gotones de condensación que caen de vez en cuando en los cogotes. Me gusta tener la puerta de los bares a la vista y soy muy fan de las terrazas en la vía publica. Y ahora que son las rebajas pues como que paso, colas para pagar, ostias en las montañas de ropa, dejaré pasar unas semanas... Necesito espacio vital, un radio de un metro mínimo entorno a mi persona, pero siempre que se trate de desconocidos, porque a los que quiero me gusta tenerlos bien cerca.

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