martes, 24 de mayo de 2011

Chaping!


Sentados en la mesa frente a frente con los ojos medio cerrados y la cafetera aún caliente, escupiendo un vapor aromático que invadía toda la sala. Cada hora en punto era el momento de la ventana, sacar nuestras cabezas al aire fresco de la noche y despejarnos mientras fumábamos un cigarro. Comentábamos lo aburrido que era el barroco holandés. Dentro de cada ventanita iluminada de la ciudad se repetía la misma historia: escritorio-estudiante-café. A veces nos aburríamos y le hacíamos señas a algún vecino que nos saludaba con la mano sonriendo para al momento bajar la cabeza sobre los apuntes. Ese calor que no dejaba dormir, ayudaba a mantener el cuerpo despierto, pero la atención quedaba bastante atolondrada. De vez en cuando me lavaba la cara para despejarme. Silencio sepulcral en el que solo se escuchaba el motor de la nevera y algunas voces de la calle. Una caja de galletas y un colacao helado para llenar el estómago.  No lo echo de menos, pero lo recuerdo con muchísimo cariño.

1 comentario:

Miss Amanda Jones dijo...

Yo cuando estaba de exámenes en junio y me daba por estudiar en casa, porque tenía también mis temporadas de biblioteca, me compraba helado de nata del Dia%, que de aquellas costaba 100 pesetas el litro (joder, pesetas...), le echaba nueces, rodajas de plátano y sirope de chocolate... y me lo ventilaba en dos veces.
Estaba riquísimo pero tampoco lo echo nada de menos :D