lunes, 9 de mayo de 2011

Por fuera y por dentro

Norman Rockwell. Girl at mirror (1954)
Pensar en pasar de los 30 siempre me producía una especie de vértigo, y no por cumplir años, porque para que nos vamos a engañar, siempre vas a ser mayor de lo que eres hoy, así que disfruta de lo joven que eres porque nunca lo serás tanto como lo eres ahora. Siempre me molestó cumplir años por una única razón, porque mis abuelos también se hacen mayores. Pero bueno, agonías personales aparte y a lo que íbamos, cuando cumplí 30 años, mi cabeza hizo una de esas cosas que hace a veces sin que nadie se lo mande, pero que consigue que mi perspectiva de la vida sea mucho mejor. Hizo que me viera, por primera vez en mi vida, guapa. Como de la noche al día, todos los defectos que decidían que ropa tenía que comprarme, como me tenía que peinar o sentarme y un montón de estupideces que me amargaban desaparecieron. No se si es algo hormonal, o se debe a la madurez de cada una, pero conozco mas chicas que salieron del caparazón al llegar a la treintena.  Quizá se deba a que pasas más de todo, pero de verdad que a mi, el mismo día que soplé las velas se me puso un velo en los ojos y, no es que me vea estupenda, pero ya no me veo fea ni me agobio cuando por la calle me miro en un escaparate.

Aceptarse a uno mismo cuesta horrores, siempre es más fácil ser condescendiente con los demás. Nunca me costó perdonar, pero a mi no me paso una, y me torturo, y le doy vueltas y mas vueltas a mis meteduras de pata hasta que alguien, casi siempre quien tengo mas cerca, me pega un grito y me dice “Basta ya!”. Nunca dejará de sorprenderme su capacidad para quererme y aceptarme.

Las mujeres somos, a mi parecer, muy críticas con nosotras mismas, a veces parece que tenemos que superar un examen cada día. Repasar mentalmente las virtudes y defectos de una misma es un ejercicio muy útil, porque analizar lo que creemos que falla en nosotras punto por punto e intentar mejorar nos ayuda. Y realmente estamos mejorando?

Muchas veces caemos en el error de pensar que la perspectiva que tenemos de nosotras mismas está distorsionada, y entonces nos preguntamos por el punto de vista de los demás. Cuando sufrimos un revés o un desengaño con alguien, (pero sobretodo con un novio) casi siempre creemos que es culpa nuestra. Entonces es cuando nos cuestionamos cosas como “hablo demasiado?”,  “digo muchas estupideces?”, “no tengo una conversación inteligente” o cosas por el estilo. Con ese tipo de cuestiones que nos hacemos a nosotras mismas lo único que conseguimos es taladrarnos la autoestima. La autocrítica destructiva hace que busquemos la aprobación de los demás, y a veces, si no la conseguimos empiezan los agobios.  Un  novio, un trabajo, estar perfecta, demostrar lo que vales, ya no a los demás, sino a ti misma es un examen diario. Intentar escapar de ese tipo de mujer que no quieres ser y que te pisa los talones; poner tierra por medio y perderla en el horizonte cuesta, y mucho. Porque lo fácil sería dejarse ir.

5 comentarios:

Tania dijo...

Seguramente sea cuestión de madurez. Y de que con el paso del tiempo te resbalan más las cosas. Y qué coño, que no vamos a vivir toda la vida pensando en lo que los demás quieren que hagamos, o digamos, o pensemos, o nos vistamos.
Qué menos, que siendo seres individuales, nos podamos desarrollar como tales, y que los demás disfruten así de nosotros. Y al que no le guste: que se joda, y que no mire!
Un besote, wapa!

Miss Amanda Jones dijo...

Y es que muchas veces, el peor vampiro chupasangres con el que tenemos que convivir y del que ya hemos hablado otras veces, es el que vive dentro de nosotros mismos.
A mí también me vino guay volverme treintañera. Y es más, recuerdo que cuando una amiga los cumplió, durante un par de semanas no paraba de repetir: "qué bien me siento, no me siento como si tuviera treinta años". Yo creo que sí se sentía como de treinta años, es decir, muy bien; lo que pasa es que no se sentía como se imaginaba con veintitantos que se iba a sentir a los treinta.

pinkmist dijo...

es verdad! yo cuantos más años cumplo mejor me siento conmigo misma, así, bienvenidos sean los años.. si al final es todo cuestion de actitud, como todo en esta vida

fianarosa dijo...

¡Y lo mejor está por venir! La treintena es la mejor etapa en la vida de una mujer, por lo menos para mí lo fue, porque aún eres muy joven pero al mismo tiempo tienes ese punto de madurez que te hace tan atractiva si eres capaz de alcanzar un equilibrio y transmitirlo a los demás. La clave, efectivamente, es estar en paz contigo misma. A partir de los cuarenta, lo que te empieza a faltar es lozanía y frescura, porque no hay cuerpo que resista el paso del tiempo, pero el equilibrio puede ser aún más satisfactorio, porque ciertas cosas que te agobian muchísimo a los treinta dejan ya de tener tanta importancia a los cuarenta. Un consejo, no pienses en el futuro ni en cumplir años más de lo necesario y disfruta todo lo que puedas de lo guapa, inteligente y especial que eres ahora mismo.

pinkmist dijo...

Rosvi, me has emocionado! : )